lunes, 16 de junio de 2008

La Santa Sede pide urgentes “acciones salvavidas” contra el sida


Frente a la expansión del vih/sida, la Santa Sede considera que hacen falta urgentes "acciones salvavidas" para asistir a los enfermos y también un aumento de conciencia respecto a la pandemia para reducir su incidencia.
Es esta la convicción expresada por el arzobispo Celestino Migliore en la reunión de alto nivel que tuvo lugar este jueves en Nueva York, durante la 62 sesión de la Asamblea General de la ONU para un análisis de los progresos obtenidos al poner en práctica la Declaración de Compromiso sobre el Vih/Sida (2001) y la Declaración Política sobre el Vih/Sida (2006).
Tras las susodichas declaraciones, observó el prelado, nuncio apostólico y observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, "se han realizado claros progresos, pero queda todavía mucho trabajo".
Entre los éxitos alcanzados, subrayó en primer lugar "la mejora en contener la pandemia y en abrir una rendija de esperanza a que en el próximo futuro más personas sobrevivan al vih, y a que el compromiso en el asistir a los enfermos no sólo continuará sino que se verá aumentado".
En el curso del encuentro, el arzobispo quiso recordar la acción de la Iglesia en favor de cuantos viven con el vih y el sida.
A través de la Fundación "El Buen Samaritano", fundada para "proporcionar asistencia económica inmediata a las instituciones médicas", la Santa Sede ha puesto a disposición cerca de un millón y medio de dólares para la adquisición de fármacos antirretrovirales, explicó.
A nivel nacional, añadió, las conferencias episcopales han "desarrollado y promovido una mayor conciencia y programas para ayudar a la lucha contra esta pandemia, sobre todo en los países en vías de desarrollo y entre las poblaciones más marginadas".
En este sentido, el prelado citó el ejemplo de la India, donde hay más de cien centros activos para ofrecer tratamiento, asistencia y apoyo a los enfermos de sida. A estos se añadirán pronto otros 45 en zonas rurales y aisladas.
En Estados Unidos, la Conferencia Episcopal sostiene, a través de "Catholic Relief Services", cerca de 250 proyectos en los países más pobres, con un presupuesto para 2007 de más de 120 millones de dólares para la asistencia.
A nivel internacional, añadió el arzobispo, la Santa Sede está presente en todos los continentes a través de sus instituciones, "proporcionando instrucción, tratamiento, asistencia y apoyo independientemente de la raza, nacionalidad o credo".
Gracias al apoyo de diez mil agentes y voluntarios se ha llegado a cuatro millones de personas, destinatarios de programas de aumento de la conciencia y de educación. Son más de 350.000 los enfermos a los que se proporcionan comida y ayuda, y 90.000 los que reciben medicinas antirretrovirales. Un tercio de esta asistencia, subraya el observador permanente, es completamente gratuita.
El prelado dijo ser "profundamente consciente" de que un número significativo de muertes de enfermos de vih/sida depende de una serie de enfermedades en correlación con la pandemia como la tuberculosis y la malaria.
Por esto, animó en su trabajo a todos quienes trabajan para "reducir el número de las infecciones de tuberculosis y los devastantes efecto de la malaria". A menudo, denunció, "estas enfermedades no son consideradas y los programas no obtienen financiación adecuada".
La Santa Sede y sus instituciones, prosiguió el arzobispo, siguen además pidiendo mayor acceso a test fiables sobre el vih, a los tratamientos antirretrovirales, a la prevención de la transmisión madre-hijo y a las tecnologías de diagnosis.
"Junto al acceso a la asistencia sanitaria de base y a la alimentación sostenible, estos progresos tecnológicos pueden lentamente cubrir la distancia entre lo que es posible y lo que es necesario", declaró.
Además de valorar los éxitos de las acciones emprendidas hasta hoy, concluyó el arzobispo, es necesario renovar el empeño en "emprender necesarias acciones salvavidas".
En este sentido, la Santa Sede y sus organizaciones subrayan su empeño en afrontar la pandemia "de modo participado y compasivo para animar a una mayor solidaridad hacia todos los miembros de nuestra sociedad y promover la inherente dignidad de la persona humana en cada sector de la vida".

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